LA REPRESIÓN SEXUADA

Tal y como mencionan Cándida Martínez López y Maria Dolores Ramos Palomo en su artículo “La Memoria Histórica de las mujeres. Perspectivas de género”: toda investigación sobre la Memoria Histórica debe incorporar los efectos específicos de la violencia en el cuerpo y en la vida de las mujeres, las cargas que les impusieron y las mayores vulneraciones a que estuvieron sometidas por razón de sexo y que afectaron a su integridad física y a su dignidad.

En los últimos años se han realizado números estudios centrados en la represión vivida por las mujeres, en especial en entornos penitenciarios, permitiendo conocer y visibilizar las torturas y actos represivos específicos sufridos por las mujeres. Contra las mujeres se ejercieron toda suerte de vulneraciones -violaciones, abusos sexuales, rapaduras de pelo, marginalidad social o tratamiento de la maternidad- por razón de su sexo con el objetivo de dominar, destruir, violentar agredir, inspirar miedo/terror, degradar o humillarlas teniendo en cuenta el lugar que estas ocupan el sistema sexo/genero así como en el orden anteriormente descrito que el franquismo prescribía para las mujeres.

Las mujeres por lo tanto sufrieron una represión diferenciada, sexuada.

Ejemplos de dicha represión sexuada son los casos de rapado del pelo a cero, purgas con aceite de ricino, desfiles de escarnio público, sin olvidar las violaciones y abusos sexuales, actos que no eran infrecuentes en comisarías, cuarteles y prisiones.

El rapado a cero era un acto simbólico encaminado a despojar a dichas mujeres de uno de los elementos definitorios de la feminidad, el pelo largo. Privar a una mujer de él era, según la nueva ideología, reducirla a la nada, negar que fueran mujeres, a la vez que mandaba un mensaje claro a la sociedad y al resto de mujeres, dejando claro que el desarrollo de actividades políticas quedaba por definición fuera de las “funciones naturales” femeninas.prison-553836_640

Las purgas con aceite de ricino pretendían señalar a estas mujeres como “impuras” ya que negar la higiene era convertirlas en personas despreciables alejadas del imaginario femenino que promulgaba la ideología franquista. Los desfiles públicos, una vez consumados algunos de los dos castigos anteriores, convertían a estas mujeres en indignas y pretendían “purificarlas” atacando su feminidad además de utilizar su cuerpo para deshonrar y castigar al enemigo varón.

Por tanto, podemos afirmar que las mujeres fueron reprimidas por considerarse que habían transgredido el modelo tradicional de mujer, y resultaba necesario devolverlas al hogar y con este objetivo se les juzgo y represalio. Por lo que dijeron o por lo que hicieron, y que nos les correspondía decir ni hacer por ser mujeres.

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